Por fin llegó el verano, pero esta época
del año lleva consigo que nuestros pies estén más expuestos. Por eso es importante
prevenir y proteger estas estructuras frente a lesiones, infecciones y heridas.
¿Pero qué consejos debemos seguir y por qué motivos? La directora del
Departamento de Fisioterapia y podóloga Carmen Belén
Martínez Cepa analiza
algunas claves.
Tipo de calzado
Durante
el periodo estival, y debido a las altas temperaturas, es común el uso de
sandalias y zapatos abiertos; por este motivo, nuestros pies sufren más debido
al cambio de calzado y están menos protegidos, lo que puede propiciar la
aparición de grietas en talones, papilomas o verrugas plantares. A la hora de
elegir el mejor calzado en verano debemos fijarnos en estas características:
- Transpirable
y abierto para evitar la sudoración, evitando el plástico y optando por
materiales más naturales.
- La
suela debe ser resistente; las suelas finas y planas producen más tensión en la
fascia plantar, gemelos y tendón de Aquiles. Por este motivo, lo recomendable
sería 2-3 cm de suela en caso de sandalias.
- Sujeción:
que posea buenos contrafuertes, que recoja al pie tanto en la parte delantera
como en el tobillo de forma que amortigüe el paso durante la marcha, y con
cordones, si fuera posible.
Respecto
al uso de chanclas, “los podólogos rechazamos su uso continuado dado que
debido a la falta de sujeción producen inestabilidad, causando esguinces y
torceduras, e incluso caídas si las mismas son de mala calidad”, explica
Martínez Cepa. Dicha inestabilidad, señala la podóloga, es más acentuada en el
caso de las que se sujetan entre el primer y segundo dedo del pie. “Al
caminar con chanclas, se realiza con pasos más cortos y existe un sobreesfuerzo
con los dedos en la parte delantera que conduce a los dedos en garra, mayor
tensión en la fascia plantar, y se altera el funcionamiento de los músculos de
la pierna como los gemelos e isquiotibiales, además del tendón de Aquiles”,
apunta la fisioterapeuta. Sin embargo, matiza la profesora, “el
uso de chanclas en piscinas, gimnasios y vestuarios es fundamental para evitar
la aparición de hongos”.
Rutas por la montaña: senderistas y corredores
El
uso de chanclas no se recomienda para paseos largos ni para correr, al tratarse
de un calzado destalonado e inestable. Aunque hoy en día existen chanclas para
senderismo que incorporan tiras especiales, que sujetan el talón y la parte del
empeine, proporcionando estabilidad durante la marcha y que pueden emplearse
para correr. “Puedes, incluso, utilizar las zapatillas de siempre para
correr por la playa, siendo más adecuado hacerlo en la zona más firme o en el
paseo marítimo”, explica la podóloga. La opción de correr descalzo por la
playa solo es recomendable en corredores adaptados a este terreno, si no es el
caso, mejor realizarlo de forma progresiva para que los músculos y las
articulaciones se adapten a este terreno, siendo de gran ayuda realizar la
vuelta con los pies dentro del agua.
Las
lesiones más comunes en senderistas y corredores son las ampollas que aparecen
por el calor, uso de zapatillas o botas nuevas, talla y/o modelo incorrecta o
tipo de pie (plano o cavo) e incluso por las costuras del calcetín. Para
prevenir su aparición, detalla la fisioterapeuta, es importante hidratar la
piel por la noche con urea al 20-30%, uso de polvos de talco en el calzado o
dentro del calcetín. También se pueden colocar apósitos hidrocoloides, aplicar
vaselina o “piel artificial” en zonas con alto riesgo de aparición de ampollas.
Además, señala la profesora Martínez Cepa, otras medidas a tener en cuenta para
evitar estas lesiones en senderistas y peregrinos son el empleo de una
plantilla adecuada y de calcetines técnicos que sirven de refuerzo y expulsan
el sudor, el cambio de calcetines al menos una vez en etapas largas, que el
peso de la mochila no supere el 14% del peso del peregrino, y calzado con
suelas de amortiguación.
En
caso de otras lesiones como los hematomas subungueales localizados en las uñas
al chocar los dedos con la puntera del calzado suelen aparecer por una talla
incorrecta. Por estos motivos, se recomienda un correcto acordonado del calzado
para evitar el exceso de movilidad del pie. En caso de hongos, pueden
prevenirse aplicando antimicóticos tras la higiene, y cambio de calcetines y
zapatos si se suda mucho.
La fisioterapeuta y podóloga
subraya algunas pautas a considerar:
- Buena
higiene de los pies con un buen secado, al salir del baño o ducha, o de la
piscina.
- Aplicar
crema solar en el empeine y cara dorsal del pie para evitar quemaduras.
- Hidratar
la piel de los pies a diario, mejor por la noche, insistiendo en los talones
para evitar las grietas, siendo las cremas a base de urea las mejores.
- Uñas
cortas, bien limadas y no abusar de los esmaltes, dejar descansar a la uña para
que respire.
- En
caso de personas diabéticas, al perder la sensibilidad en los pies, es muy
importante prevenir la aparición de heridas que pueden convertirse en úlceras
complicadas de curar. La inspección de los pies por parte de estos pacientes es
fundamental.
- Acudir
al podólogo de forma regular es de gran ayuda, o si esto no es posible, antes
de usar el calzado de verano.
- En
caso de lesiones más graves acude al podólogo (hematomas subungueales) y al
fisioterapeuta (esguinces, torceduras, contracturas o tendinopatías).
- Alternar
el calzado en la época estival, dejando que el calzado se ventile y que la
suela se recupere.
- Si practicas senderismo
o corres, recuerda estirar tras el entrenamiento y bebe suficiente agua para
evitar los calambres musculares.