Estamos
rodeados de ruidos que no escuchamos. Hay sonidos que emiten los aviones, las
lavadoras las taladradoras o las máquinas de cavitación con una frecuencia de
más de 20 Kilohertzios (Khz), que no percibimos pero podrían estar dañando
nuestros órganos internos Investigadores del Grupo ARIE-Arquitectura,
instalaciones eficientes- de la Escuela Politécnica Superior, David Baeza Moyano, Roberto Alonso González-Lezcano y Daniel Arranz Paraíso han publicado un estudio
en la revista Healthcare en el que analizan los efectos de la absorción de ondas ultrasónicas en
el cuerpo humano con el fin de proteger nuestra salud en el ámbito laboral y de
consumo general.
“Los trabajadores
expuestos al ruido emitido por los dispositivos de ultrasonido podrían sufrir
un aumento de la excitabilidad neural, irritación, problemas de memoria y
dificultades de concentración y aprendizaje”, detalla Baeza.
Los dispositivos tecnológicos tales como lavadoras, soldadoras, taladros,
herramientas para soldar y recipientes para galvanización, son las principales
fuentes de ruido ultrasónico en entornos laborales. Son generados también por
compresores, herramientas neumáticas y maquinaria de alta velocidad como cepilladoras,
fresadoras, amoladoras, sierras circulares y algunas máquinas textiles. Además,
indica: “los trabajadores que utilizan
dispositivos ultrasónicos durante mucho tiempo y a decibelios altos podrían
tener problemas funcionales como neurastenia, neurosis cardíaca, hipotensión,
alteraciones del ritmo cardíaco -bradicardia- y alteraciones del sistema
adrenérgico”. Los estudios que estos expertos han examinado muestran que la
exposición a sonidos con una frecuencia de 21 kHz y un nivel de 110 decibelios
durante 3 horas diarias durante 10 a 15 días provocan cambios funcionales en
los sistemas cardiovascular y nervioso central.
Así
los expertos de AIRIE indican que los estudios realizados por asociaciones
médicas y organismos gubernamentales describen las dosis recomendadas y la
forma de aplicación de los ultrasonidos utilizados tanto en fisioterapia como
en medicina. Sin embargo, no hacen referencia a los dispositivos emisores de
ultrasonido que se utilizan para ahuyentar a los animales en el hogar; ni a los
dispositivos cosméticos que se venden sin control en Internet para uso privado.
“Se desconocen los efectos de su
absorción. No existe una regulación desarrollada en la comunidad europea para
su control, ya sea a nivel ocupacional, terapéutico o personal. Tanto los
promotores públicos como privados deberían considerar posibles emisores de
ultrasonidos en las inmediaciones de las viviendas para su medición y control”,
reclama el profesor David Baeza.
La
exposición a los ultrasonidos de los aviones se menciona como la causa de
síntomas como náuseas, fatiga, mareos y oído lleno. En el instrumental del
odontólogo, por ejemplo, se recomienda que la distancia entre el ojo del
profesional y la boca del paciente sea de 35 cm, ya que cuanto más cerca esté
el profesional percibirá con mayor intensidad la señal ultrasónica que emite el
aparato. La aplicación de ultrasonidos para ecografías y tratamientos de
fisioterapia se realiza a dosis muy bajas y su aplicación está controlada, por
lo que los riesgos de absorción no deberían ser problemáticos si se aplican
correctamente. Sin embargo, los autores alertan de que los tratamientos en el
cuerpo humano en los que se afirma que se produce cavitación tendrían que
controlarse especialmente. “El cuerpo
humano absorbe ondas de ultrasonidos y los efectos producidos por esta
absorción podrían variar de positivos a muy negativos según la forma de
aplicación y la dosis y se desconocen los efectos de esta absorción a medio o
largo plazo”, indica Baeza.
Las nuevas mediciones indican que el público
está expuesto, sin su conocimiento, a ultrasonidos en el aire, y que las pautas
existentes son insuficientes para tal exposición. “Los primeros estudios
informaron cambios en los umbrales de audición, náuseas, dolores de cabeza,
fatiga, migrañas y tinnitus cuando sientes un sonido de timbre u
otros ruidos en uno o en ambos oídos, pero no hay suficiente
investigación en sujetos humanos, ni suficientes mediciones de los campos
relevantes, para evaluar qué riesgos para la salud podría producir la
exposición ocupacional y pública actual”, detalla Baeza.
Más información:
Baeza Moyano, David;
Arranz Paraíso, Daniel; & Alonso González Lezcano, Roberto (2022). Possible Effects on
Health of Ultrasound Exposure, Risk Factors in the Work Environment and
Occupational Safety Review. Healthcare, 10(3), 23;
https://doi.org/10.3390/healthcare10030423