Las Dras. Dolores Muñoz Mingarro y
Nuria Acero del Grupo de Investigación de Productos Naturales de
la Universidad han
obtenido una patente nacional junto con
Eva Bielsa Pons, de la empresa Biocosmética la
flor del azafrán SL, que
prueba el efecto antioxidante y dermoprotector de extractos de flores de
azafrán que ayudan a combatir
el envejecimiento celular
y los radicales libres que causan
el estrés oxidativo. Tal y como explica la Dra. Muñoz Mingarro, “los biorresiduos del azafrán, constituidos por los restos de
la flor una vez separada la especia, eran desechados y, después de estudiarlos en nuestros laboratorios, descubrimos que los extractos
obtenidos de los mismos mostraban
propiedades antioxidantes y dermoprotectoras, dado que contienen principios activos que podrían ser de
utilidad en productos cosméticos”.
El
proceso de producción del azafrán, en cuanto a la especia se refiere, implica una elevada mano de obra debido a
que no está mecanizado. Es una especia
derivada de los estigmas de intenso color
rojo de la flor de Crocus sativa L. (Iridaceae). “La recolección de la flor en el campo y la posterior separación del estigma,
que se denomina desbriznado, son labores muy costosas puesto que son totalmente manuales.
Esto hace que el azafrán
sea la especia más cara del mundo”, detalla la investigadora. “El proceso genera una gran cantidad
de biorresiduos constituidos fundamentalmente por los tépalos -pétalos
y sépalos no
diferenciados- que hasta el momento carecían de utilidad y, por tanto, eran
desechados”, explica Acero.
El origen de sus estudios que ahora están en fase de publicación, tras la consecución
de la patente nacional, proceden de un acercamiento desde la empresa a la Universidad. “Eva Bielsa, responsable de esta empresa,
a través de un antiguo alumno de la Facultad de Farmacia de la CEU USP, se puso en contacto con el grupo de investigación de Productos naturales. Su padre, Antonio
Bielsa, había recuperado el cultivo tradicional de azafrán ecológico
en el municipio de Vinaceite, provincia de Teruel, y nos trajo para su análisis muestras de los restos florales que
desechaban. No dudamos en ayudarles
por si podíamos encontrar una utilidad para estos biorresiduos”, relatan las investigadoras.
Tras varios estudios, la investigación de la CEU USP ha obtenido una patente nacional
en cotitularidad con Eva Bielsa,
que reivindica los extractos
de los desechos florales del azafrán como fuente de principios activos antioxidantes de uso cosmético. Fruto de
ello se ha creado una línea
Biocosmética -Biocosmética la flor del
azafrán- que pone en valor el biorresiduo floral del azafrán, por medio del aprovechamiento de los
recursos naturales a través del compromiso con el medio ambiente, la tradición y la agricultura sostenible, y que, actualmente, se está
comercializando. “Como investigadoras estamos muy satisfechas de
esta colaboración, porque implica la creación de un producto
sostenible y permite utilizar restos biológicos que de otra forma carecían
de valor”, destaca
Nuria Acero.