La patología mental existe, está entre
nosotros y, según la OMS, una de cada cuatro personas tendrá un problema de
salud mental en algún momento de su vida. Pero también existe la prevención, el
diagnóstico precoz, el tratamiento a corto y a largo plazo, los cuidados
familiares y sociales, y la capacidad de tantas personas para abordar estas
situaciones con la normalidad que se merecen, sin estigma, con la naturalidad y
profesionalidad con la que se abordan otras enfermedades. Así lo asegura el
profesor del Departamento de Psicología y Pedagogía, Carlos
Chiclana.
El lema propuesto por la OMS para el Día Mundial de
la Salud Mental de este año es ‘Acción a favor de la salud mental: invirtamos en
ella’. ¿Tú, qué puedes hacer para cuidar tu salud mental? En primer
lugar, apunta el doctor Chiclana, cuida tu biología: duerme lo suficiente y con
orden; ten una alimentación equilibrada; realiza ejercicio físico moderado; ten
aficiones y actividades de disfrute; procura el contacto con la naturaleza;
acude a las revisiones médicas habituales; consulta cuanto antes si presentas
síntomas y evita el consumo de tóxicos. También puedes cuidar tu psicología con
estrategias de regulación emocional; desarrollar una mejor comunicación
interpersonal; mantener relaciones sociales que te enriquezcan y equilibrar el
tiempo de trabajo, descanso y uso de pantallas.
“Será de ayuda intentar diseñar tu
entorno para que sea lo más favorable posible a tu estabilidad; que lo
familiar, los social, los laboral y el domicilio, faciliten tu salud mental”, explica el psiquiatra. Sin embargo,
apunta: “esto no es tan fácil, porque no controlamos todo lo externo y las
circunstancias pueden ser muy adversas; pero, en cualquier caso, es necesario
que tú seas el protagonista, con una actitud de cuidado personal, de forma que
pongas límites e intentes que el estrés no supere tu nivel de tolerancia”.
Además, apunta el Dr. Chiclana, “en
estos meses de crisis mundial, en que necesitamos elaborar respuestas
psicológicas para situaciones a las que no nos hemos enfrentado previamente,
necesitas saber cuál es el camino que quieres andar, poner el pie en lugares
seguros y dejarte guiar por los que saben más. Observa y contempla tus
emociones y estados mentales para hacerte consciente de la situación real,
acogerla, aceptarla y reflexionar sobre ella”.
“Puedes sentir miedo, vulnerabilidad,
incertidumbre, desconcierto, cansancio, aburrimiento, inapetencia y otras
muchas. Esto implica que hay dificultades y obstáculos, y que el optimismo y
esperanza no es superficial y frívolo, sino con los pies en el suelo y evitando
el contagio social de tener que ser un héroe o tener que ir de víctima”, explica el especialista. Y subraya: “no
eliges qué emociones tienes y sí puedes elegir reconocerlas, aceptarlas y
ponerles el sello de denominación de origen: son mías. Así te puedes tratar con
comprensión y darte tiempo para procesarlas. Todas las situaciones son válidas,
normales y merecen reconocimiento”.
El profesor de Psicología sugiere
algunos puntos clave para conseguir estos objetivos:
· Pregúntate qué necesidades tienes para
poder adaptarte a cada cambio.
Saberlo facilita que puedas conseguir lo que necesites: información científica,
seguridad personal, ayudas con los hijos o con mayores dependientes, tiempo
para descansar, apoyo psicológico, soporte familiar, dinero, trabajo. Así
evaluarás mejor los riesgos, las limitaciones, los apoyos, y las ayudas a
pedir.
· Probablemente has perdido a alguien o
algo en estos meses. Te
ayudará hacerte consciente de los duelos que necesitas hacer: personas,
económicas, laborales, proyectos, planes. Todos somos supervivientes, pero no
te conviertas en alguien victimizado, porque te infantilizas y te someten.
· Mira tu “caja de herramientas”. Tienes muchas competencias,
habilidades, capacidades y virtudes que te dan seguridad, confianza en ti mismo
y que puedes emplear para adaptarte mejor porque ya eres competente, hábil y
capaz. Utilízalas contigo y en la ayuda a los demás. Es bastante probable que
hayas aprendido algo de ti durante el confinamiento que ha fortalecido tu
estima y autonomía. Todo ello te da un nuevo aire para avanzar junto con otras
personas. De lo que tengas en abundancia, podrás dar a otros, y establecer
sistemas colaborativos con fuerza en la unión.
· Puedes sentir ambivalencia al querer estar con tu gente, ayudar,
apoyarles, y que aparezca miedo al contagio. Será de ayuda comunicar lo que
quieres, piensas y sientes, y establecer un equilibrio sano entre darte y
cuidarte, entre ayudar y ser ayudado. Apóyate en las personas que te quieren. A
la vez respeta los planteamientos de los demás. Cada persona necesita procesar
sus miedos y necesidades. Una manera de ayudarlos, quererlos, comprenderlos y
ser solidarios es aceptar sus modos de hacerlo, sin exigirles que sea antes de
que puedan.
· Para
todo lo anterior ayudarán las estrategias de regulación emocional para lidiar con el miedo,
tolerar incertidumbre, aceptar la vulnerabilidad, conectar con nosotros mismos,
comprender las emociones propias y ajenas, tener comunicación emocional y
establecer puentes emocionales con otras personas para reforzar el tejido
social. Pueden aprenderse mediante lecturas, audios, vídeos, y de la mano de un
profesional.
El doctor Chiclana
explica la importancia de tomarse este proceso con paciencia y con la confianza
de que el ser humano tiene una grandísima capacidad de adaptación, de respuesta
y de ser solidario.
“Si no te ves con fuerzas, ni tienes optimismo, pide
ayuda a quien te quiere y juntos será más asequible. Y si hace falta una ayuda
profesional, pídela, es un paso al frente que indica que eres alguien normal”.