Equipos
de ventilación, refrigeradores, vehículos en funcionamiento o electrodomésticos
emiten infrasonidos o 'ruido negro'. Se trata de frecuencias acústicas menores a
20 Hz que sentimos como ligeras vibraciones o percibimos como chasquidos o
zumbidos, y cuya energía es absorbida por nuestro organismo.
Los investigadores de la
Escuela Politécnica Superior, David Baeza y
Roberto Alonso González-Lezcano, han publicado en la revista International Journal of Occupational safety and
Ergonomics un artículo titulado ‘Efectos de los infrasonidos
sobre la salud: Propuestas para mejorar las condiciones de habitabilidad’, en
el que alertan sobre los efectos nocivos de estas vibraciones en nuestra salud
y proponen considerar estos ruidos en la construcción de viviendas y edificios.
Como explican en su artículo,
“los efectos adversos y el miedo generado en torno a esta banda de frecuencia
infrasónica se deben a que está íntimamente ligada a la funcionalidad de los
órganos internos del cuerpo humano. El infrasonido evoca una resonancia
biológica de nuestros órganos internos (pulmones, corazón…), y en mayor medida
del sistema nervioso central (SNC), lo que conduce a un movimiento y distorsión
de las células. Gran número de publicaciones exponen en forma separada las
consecuencias de la absorción por los seres humanos de infrasonidos emitidos
por la vibración de camiones, autobuses, tractores, puentes y máquinas de todo
tipo. Estar expuestos a altas intensidades de ondas infrasónicas puede causar
desorientación, fatiga, ansiedad, pánico, ilusiones ópticas, alteraciones
cardiacas, espasmos intestinales, náuseas, vómitos y, finalmente, pérdida de
conocimiento”.
“El principal problema de la
exposición a estas ondas es que, mientras el sonido audible por encima de 80-90
dB nos comienza a resultar molesto y por encima de 120 dB nos produce dolor, en
el caso de las ondas infrasónicas se pueden estar recibiendo grandes cantidades
de energía, sin oírlas. No se percibe una relación directa entre los efectos
nocivos que se pueden estar sintiendo de manera no localizada en el organismo
con una sensación concreta de estar recibiendo por ejemplo un golpe, una
sensación térmica o un sonido audible”, indican los autores.
Los expertos alertan de que la
normativa actual de acústica en edificios se centra en las exigencias de
aislamiento acústico de los recintos habitables del edificio frente a recintos
colindantes y frente a ruido exterior; así como en exigencias de aislamiento
acústico de los elementos constructivos que lo componen, exigencias de
absorción acústica a recintos específicos del edificio y exigencias referidas
al ruido, pero no se tienen en cuenta los infrasonidos.
Por ello, para Baeza y
González-Lezcano, la propuesta es tener también en cuenta este 'ruido negro': “proponemos
que los arquitectos tengan en cuenta dónde previsiblemente se situarán los
equipos de climatización, ventilación, grupos de presión, grupos electrógenos e
instalaciones en general de los futuros locales de restauración, y de los
cuartos de instalaciones y ventilación de las oficinas y locales comerciales
que se pondrán en la planta baja de los edificios una vez terminados, para que
determinen la situación de las habitaciones de las viviendas del primer piso de
esos edificios que, en nuestra opinión, se habrían de disponer lo más alejadas
posible de donde presumiblemente van a ser colocados dichos equipos por ser
emisores de infrasonidos y bajas frecuencias de sonido audible”, detallan.
Asimismo, proponen a las administraciones que planteen distancias mínimas de
carreteras con amplio tráfico de coches y camiones hasta donde se vayan a
construir nuevas viviendas.