El
verano trae consigo largos y cálidos días que requieren prestar atención al
estado de hidratación. Según explica la directora del Grado en Nutrición Humana
y Dietética, María Achón, además
de agua, la estación estival ofrece un riquísimo y refrescante surtido de frutas,
verduras y hortalizas, con elevado contenido en agua y aporte clave de
vitaminas, minerales, fibra y valor de saciedad. “Los primeros
platos a base de ensaladas, con tomates en sus múltiples variedades, pepinos,
pimientos, ayudan a mantener un adecuado estado de hidratación, como las sopas
frías tipo gazpachos y salmorejos. Las ensaladas frías de legumbres, arroz o
pasta con verduras y hortalizas son otra opción imprescindible”, señala la
nutricionista.
La
experta explica que las frutas veraniegas son siempre
perfectas para combatir el calor. “El melón,
con su pulpa jugosa y dulce, o la sandía, ambas deliciosas y definitivamente
refrescantes. Nectarinas, ciruelas, melocotones y todas las frutas de
temporada, son igualmente muy apropiadas”, subraya Achón. Asimismo,
recuerda lo fáciles de tomar, en sus múltiples formas: “Se pueden llevar
cortadas si se lleva la comida de casa al trabajo, a la playa o la montaña;
pueden servir como meriendas y tentempiés matutinos o vespertinos; y, con ellas,
se pueden preparar helados y batidos de postre”.
Para completar con proteínas
de alto valor biológico,
la profesora de la CEU USP apunta que “los pescados como el atún, las
anchoas o las sardinas son excelentes opciones en verano y fuente de ácidos
grasos omega-3. Su textura ligera los hace adecuados para los días calurosos,
sin olvidar huevos y carnes magras”.
Finalmente,
Achón recuerda que combinar una dieta saludable con
actividad física regular es la mejor manera de mantenerse en
forma durante el verano. “En la piscina, la playa, el parque o el gimnasio,
el ejercicio es esencial para un estado óptimo de salud”, apunta la
especialista en nutrición.
Un verano libre de
enfermedades alimentarias
Según cifras de la Organización Mundial
de la Salud (OMS), cada año enferman en el mundo alrededor de 600 millones de
personas (casi 1 de cada 10 habitantes) por consumir alimentos no inocuos, y
mueren alrededor de 420 mil personas por esta misma causa. Las enfermedades de
transmisión alimentaria pueden ocurrir en cualquier época del año, si bien los
meses de verano suponen una época especialmente sensible, al verse favorecido
el desarrollo de los microorganismos en los alimentos debido a las altas
temperaturas y a una mayor probabilidad de la ruptura de la cadena de frío.
Por
otro lado, la época estival nos invita a salir más al aire libre, comer fuera
de casa, compartir barbacoas o picnics, hecho que puede vincularse con la
pérdida de unas pautas básicas de manipulación que garanticen la higiene
alimentaria y, en definitiva, con un incremento del riesgo de adquirir
toxiinfecciones alimentarias.
Esther Carrera, experta en Seguridad Alimentaria, presenta
el siguiente decálogo de recomendaciones para evitar padecer enfermedades
provocadas por una inadecuada manipulación o conservación de los alimentos:
1- Lavarse las manos con agua y jabón antes de comer o, en su defecto,
utilizar desinfectante para manos.
2- Si estamos en un lugar donde el agua no ofrece garantías, debe tomarse
embotellada y evitar el hielo.
3- No consumir alimentos crudos o poco cocinados, sino tratados térmicamente
(bien cocinados) y, en la medida de lo posible, ingerirlos calientes,
garantizando así la ausencia de microorganismos patógenos. A este respecto
merece la pena prestar atención a los servicios de restauración tipo buffet,
dada la relevancia que adquiere el mantenimiento de las comidas preparadas a temperaturas
correctas (=4ºC o =65ºC) para evitar riegos microbiológicos.
4- Los alimentos envasados son seguros, siempre y cuando se mantenga la
integridad del envase y se respeten sus condiciones de conservación.
5- Lavar bien la fruta y la verdura antes de pelarla, cortarla, comerla o
cocinarla. El lavado reduce las bacterias que pueden estar presentes en los
productos frescos, es la mejor manera de reducir los riesgos de enfermedades
transmitidas por estos alimentos.
6- Preparar los alimentos en el momento. Haciéndolo con bastante antelación
nos arriesgamos a no conservarlos después de forma correcta (a temperatura =
4ºC) y a sobrepasar el tiempo adecuado para prevenir el riesgo de la
proliferación de microorganismos.
7- Evitar la llamada “contaminación cruzada”, lo que conlleva muchas veces el
uso de utensilios que se utilizan indistintamente para cortar productos crudos
o cocinados, carnes y pescados a la vez, etc.
8- Cuando haga mucho calor, por encima de 30º C, no guardar las sobras ni los
alimentos perecederos que hayan estado fuera de la nevera durante más de una
hora.
9- En barbacoas, se aconseja no sobreexponer la carne/el pescado a la fuente
de calor, ya que esto favorece la formación de sustancias cancerígenas (Hidrocarburos
Aromáticos Policíclicos, HAPs), como los benzopirenos. Estas sustancias se
forman cuando el alimento entra en contacto directo con la llama. Se recomienda
usar las brasas para cocinar, dejando una distancia suficiente entre ellas y el
alimento, para evitar que se queme.
10- Cuando practicamos picnic es importante tener en cuenta:
- Llevar los alimentos en envases herméticos evitando que contacten entre sí,
o que se contaminen con el polvo.
- Algunos alimentos se pueden conservar a temperatura ambiente, como las
frutas y verduras frescas, los quesos muy curados, las conservas y otros
productos cuyo etiquetado así lo indique.
- Los alimentos que requieren refrigeración, como los fiambres, las carnes,
los pescados y las ensaladas, se deben guardar en neveras portátiles y cubrirse
con bastante hielo, sin sobrepasar la capacidad de la nevera recomendada por el
fabricante.
- Si se lleva la comida ya cocinada, o se compra "comida caliente"
y no se va a comer de forma inmediata, refrigerarla en casa antes de ponerla en
una nevera portátil con hielo suficiente.
- Durante la compra, hay que dejar para el final los alimentos que necesitan
refrigeración o congelación y darse prisa para volver a meterlos en frío lo
antes posible.
- El congelador debe mantenerse por debajo de -18ºC. En la nevera bastan
entre 1 y 4ºC para las carnes y los pescados crudos; y entre 5 y 8ºC para el
resto de los alimentos.
El cumplimiento de estas
recomendaciones, fáciles de aplicar, puede reducir considerablemente el riesgo
de toxiinfección alimentaria y evitar una mala experiencia durante un tiempo de
descanso y disfrute.