La
distancia social, la higiene respiratoria y de manos, así como la ventilación
de espacios cerrados, forman parte de las medidas fundamentales para reducir la
transmisión del COVID-19. Con todas ellas surgen ciertas dificultades, como las
molestias oculares asociadas al uso de las mascarillas, que todos hemos experimentado en mayor o
menor medida en los últimos meses. El profesor del Grado en Óptica y Optometría, Juan Gros Otero, señala que las más frecuentes
son la sensación de sequedad, la sensación de lagrimeo, el empañamiento de las
gafas y los traumatismos oculares accidentales. Las tres primeras, originadas
por la modificación de la salida y entrada habituales del aire que respiramos y
un ajuste deficiente de
la mascarilla a la cara.
“El objetivo de la mascarilla
no es otro que filtrar el aire que entra y sale de nuestros pulmones para
evitar la diseminación del virus; si no tenemos la mascarilla bien ajustada, el
aire se escapa por las zonas mal ajustadas, de manera que sale sin filtrar y,
además, nos genera incomodidad”, apunta el doctor Gros. Por
lo tanto, la primera medida para mejorar estas molestias pasa por ajustar de
forma firme la mascarilla a la cara a través de las gomas de ajuste a la cabeza
u orejas y las bandas semirrígidas ajustables que se apoyan en la nariz. Con
esta maniobra, mejoraremos notablemente las molestias oculares asociadas al uso
de la mascarilla.
¿Por qué se producen las molestias en los ojos?
El profesor de la CEU USP
recuerda que la superficie del ojo está bañada en lágrima, un líquido que tiene
una composición muy específica, y que puede verse alterado por distintas
circunstancias, como por ejemplo una corriente continua de aire sobre el ojo
que se genera al tener mal ajustada la mascarilla a la nariz. Este aire va a
generar que parte del componente acuoso se evapore más rápido de lo habitual,
por lo que la composición de la lágrima se ve alterada y pierde parcialmente su
función.
El doctor Gros indica que este
cambio se podrá notar de dos maneras diferentes:
· Una mayor sensación de sequedad,
producida porque la lágrima ve alterada su composición. Esto provoca una
disminución en su capacidad de lubricar todo el ojo, dejando áreas expuestas
que se secan y molestan. Además, la pérdida de equilibrio entre los componentes
de la lágrima hace que su composición sea más irritante para el ojo.
· Una sensación de lagrimeo:
el ojo, ante la mayor evaporación de la lágrima se “defiende” segregando más
lágrima, pero de peor calidad, de manera que se mantiene menos tiempo en el
ojo.
¿Cómo podemos mitigar estas molestias?
El oftalmólogo subraya que lo
más importante es mejorar el ajuste de la mascarilla a la cara y recuerda que podemos
mejorar la calidad de la lágrima a través del uso de lágrimas artificiales. “Los
pacientes diagnosticados previamente de enfermedad de ojo seco o en tratamiento
crónico con medicación en gotas (por ejemplo, pacientes con glaucoma), pueden
desarrollar molestias de mayor entidad”, explica el doctor Gros. En estos casos,
señala: “es recomendable que los pacientes consulten con su oftalmólogo
habitual antes de realizar modificaciones en su tratamiento por su cuenta”.
Estas maniobras sencillas
pueden ayudar a mitigar las molestias inducidas por las mascarillas, que siguen
siendo fundamentales para evitar una diseminación aún mayor del
coronavirus.