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Ajustar bien la mascarilla también beneficia a nuestros ojos

02/02/2021
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La distancia social, la higiene respiratoria y de manos, así como la ventilación de espacios cerrados, forman parte de las medidas fundamentales para reducir la transmisión del COVID-19. Con todas ellas surgen ciertas dificultades, como las molestias oculares asociadas al uso de las mascarillas, que todos hemos experimentado en mayor o menor medida en los últimos meses. El profesor del Grado en Óptica y Optometría, Juan Gros Otero, señala que las más frecuentes son la sensación de sequedad, la sensación de lagrimeo, el empañamiento de las gafas y los traumatismos oculares accidentales. Las tres primeras, originadas por la modificación de la salida y entrada habituales del aire que respiramos y un ajuste deficiente de la mascarilla a la cara.

“El objetivo de la mascarilla no es otro que filtrar el aire que entra y sale de nuestros pulmones para evitar la diseminación del virus; si no tenemos la mascarilla bien ajustada, el aire se escapa por las zonas mal ajustadas, de manera que sale sin filtrar y, además, nos genera incomodidad”, apunta el doctor Gros. Por lo tanto, la primera medida para mejorar estas molestias pasa por ajustar de forma firme la mascarilla a la cara a través de las gomas de ajuste a la cabeza u orejas y las bandas semirrígidas ajustables que se apoyan en la nariz. Con esta maniobra, mejoraremos notablemente las molestias oculares asociadas al uso de la mascarilla.

¿Por qué se producen las molestias en los ojos?

El profesor de la CEU USP recuerda que la superficie del ojo está bañada en lágrima, un líquido que tiene una composición muy específica, y que puede verse alterado por distintas circunstancias, como por ejemplo una corriente continua de aire sobre el ojo que se genera al tener mal ajustada la mascarilla a la nariz. Este aire va a generar que parte del componente acuoso se evapore más rápido de lo habitual, por lo que la composición de la lágrima se ve alterada y pierde parcialmente su función.

El doctor Gros indica que este cambio se podrá notar de dos maneras diferentes:

      · Una mayor sensación de sequedad, producida porque la lágrima ve alterada su composición. Esto provoca una disminución en su capacidad de lubricar todo el ojo, dejando áreas expuestas que se secan y molestan. Además, la pérdida de equilibrio entre los componentes de la lágrima hace que su composición sea más irritante para el ojo.

      · Una sensación de lagrimeo: el ojo, ante la mayor evaporación de la lágrima se “defiende” segregando más lágrima, pero de peor calidad, de manera que se mantiene menos tiempo en el ojo.

¿Cómo podemos mitigar estas molestias?

El oftalmólogo subraya que lo más importante es mejorar el ajuste de la mascarilla a la cara y recuerda que podemos mejorar la calidad de la lágrima a través del uso de lágrimas artificiales. “Los pacientes diagnosticados previamente de enfermedad de ojo seco o en tratamiento crónico con medicación en gotas (por ejemplo, pacientes con glaucoma), pueden desarrollar molestias de mayor entidad”, explica el doctor Gros. En estos casos, señala: “es recomendable que los pacientes consulten con su oftalmólogo habitual antes de realizar modificaciones en su tratamiento por su cuenta”.

Estas maniobras sencillas pueden ayudar a mitigar las molestias inducidas por las mascarillas, que siguen siendo fundamentales para evitar una diseminación aún mayor del coronavirus.  

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