Iniciar un nuevo curso es una tarea apasionante, y hacerlo en el año en que celebramos el 150 aniversario del nacimiento del Padre Ángel Ayala y Alarcó, S.J., es una gran responsabilidad para cada uno de nosotros, integrados en todo un proyecto educativo marcado por la voluntad y el impulso evangelizador de este jesuita y de Ángel Herrera Oria.
Os animo a que en todas nuestras acciones, proyectos y decisiones se promueva un "encuentro con el Dios vivo, que nos llama y nos revela su amor, un amor que nos precede y en el que nos podemos apoyar para estar seguros y construir la vida" (Papa Francisco, Lumen fidei, 4).
Comprendo que queremos cimentar con solidez, somos paulinos, nuestra visión de la excelencia, de la calidad, de la formación e incluso de las normas de convivencia se ha de alimentar desde criterios evangélicos. En nuestro apasionante ámbito universitario, animados por el carisma de la ACdP, constituye una oportunidad y un reto ayudar a nuestros jóvenes a vivir con honda vida espiritual y máximo aprovechamiento de sus capacidades intelectuales, e infundir en ellos una preocupación por la intervención en la vida pública, desde la luz de la fe crearemos espacios en los que eduquemos en la defensa de la dignidad humana, como la gran garantía de un mundo más fraterno y más justo.