Los jóvenes ven los abusos online como algo normal e incluso esperado. Es una de las conclusiones que se desprende del informe “Igualdad de género y juventud: oportunidades y riesgos de la digitalización”, financiado por el Instituto Europeo de Igualdad de Género (EIDGE) a petición de la presidencia Estonia del Consejo de la UE, que ha contado con la participación española de las profesoras de Periodismo de la Universidad CEU San Pablo, Tamara Vázquez y Teresa Torrecillas.
El análisis, que tiene por objeto detectar las oportunidades y los riesgos relacionados con la digitalización para los jóvenes de toda la Unión Europea, pone de manifiesto cómo las tecnologías digitales ayudan a los jóvenes a acceder al aprendizaje, a hacer nuevos amigos y a ser activos para el cambio social, pero al mismo tiempo los enfrentan al riesgo de abusos online, que se está convirtiendo para ellos en algo normal y esperado.
Así viven los jóvenes el ciberacoso:
1.- El ciberacoso se percibe como algo normalizado y frecuente. Las redes sociales son un terreno en el cual se extiende y reproduce el acoso que se vive fuera de internet. Las experiencias de ciberacoso son habituales en la red y se viven ya sea como agresor, como víctima o como testigo. Se percibe en el discurso conformismo y aceptación en lugar de reacción y censura.
2.- En el caso de las mujeres jóvenes, la reacción frente a la normalización de la violencia en la red es adoptar una actitud de prevención que pasa por restringir de forma notable su participación online para evitar ciberagresiones, ciberacoso de índole sexual u otras formas de odio.
3. En la red se extienden estereotipos. El estereotipo femenino que exalta la belleza cala en el imaginario de las chicas y les afecta directamente en sus experiencias virtuales. Esto contribuye a que la imagen física de la mujer sea foco de agresiones que causan un daño importante en ellas y las hace más vulnerables.
4.- El ciberacoso es diferente para chicos y chicas y la percepción en los dos grupos es que las mujeres son más vulnerables y están más expuestas, no solamente al ciberacoso de índole sexual, sino a ciberagresiones de tipo verbal o exclusión.
5.- Frente a situaciones de ciberacoso de índole sexual las chicas no tienen recursos para afrontarlo y sienten cierta indefensión. El ‘sexting’ también se presenta en el discurso de los chicos y de las chicas como una práctica habitual. Ambos grupos están de acuerdo en señalar a alguno de los miembros de la pareja como autores de la filtración. Además, se tiende a culpabilizar a la mujer de experiencias de ciberacoso de índole sexual por su apariencia física o su indumentaria.
6.- Las experiencias de riesgo en la red tienen distintas consecuencias en el comportamiento online de chicos y chicas. Mientras los chicos se muestran más seguros y tranquilos con sus habilidades digitales, las chicas se muestran más inseguras y desconfiadas. Las chicas miden los usos que hacen de la red, reflexionan sobre lo que van a publicar y una vez publicado, experimentan sentimientos de preocupación por si esos contenidos pueden ocasionarles algún daño.
7.- Tanto en chicas como en chicos se observa un notable desinterés y escepticismo en cuanto al uso de las herramientas digitales para la participación social o política, en el caso de las mujeres acentuado por esta percepción de que las redes sociales son un ámbito hostil para la expresión de ideas, y un entorno propicio para peleas y polémicas inútiles.
La presentación de este informe se ha realizado en el marco de la jornada ‘Ciberviolencia en la red’ coordinada por las profesoras Vázquez y Torrecillas y que se celebra hoy en la Universidad CEU San Pablo. Han participado en la jornada la directora general de la Mujer de la Comunidad de Madrid, Paula Gómez-Angulo; el vocal asesor de la delegada del Gobierno para la violencia de género, Julio Arnaldo; el fundador y director de Pantallas Amigas, Jorge Flores, y la psicóloga Olga Barroso.