La directora de la Fundación Desarrollo y Persona y del proyecto ‘Aprendamos a Amar’, Nieves González, ha participado en la sexta y última sesión del Seminario Permanente del Instituto de Estudios de la Familia de este curso. En su ponencia titulada ‘La madurez afectiva: ser libres para amar’ ha explicado que el objeto de educar es poder llegar a tener una certeza: “Yo soy amable, digno de ser amado”. Dicha certeza, ha manifestado, conduce a la libertad afectiva, a “relacionarme gratuitamente con todo lo que se me pone por delante”.
La doctora González ha mencionado tres condicionantes para madurar. El primero de ellos es aceptar el nacimiento. “No hemos escogido cuándo nacer, los hermanos, la posición que ocupamos, nuestra raza”, ha afirmado. Además, aceptar nuestra muerte es otro de los requisitos, ya que “un adulto se pacifica con sus límites”. “La capacidad de relacionarse sanamente con el tiempo”, ha explicado, es la condición que completa la terna, pues “el tiempo no es neutro: nos construye o nos erosiona”.
Asimismo, la directora de Desarrollo y Persona ha destacado que cada persona es un don, y ese don también conlleva una responsabilidad. La gran pregunta en la vida y ante las diversas circunstancias no es qué me gustaría, sino qué se me pide, “no un por qué, sino qué bien puede nacer de esto”, ha concluido.