En el curso de la separación de una pareja con hijos, dos deben ser los objetivos: “alejar a éstos del conflicto y que se mantengan los vínculos con ambos progenitores”. A juzgar por lo dicho por el psicólogo forense José Manuel Aguilar Cuenca en el Congreso de Familia: ‘Buenos Tratos en el ámbito familiar’, ninguna de estas dos prioridades está siendo correctamente tutelada por la Justicia en España.
Las dilaciones son uno de los problemas a los que ha aludido en su intervención en este Congreso, organizado por el Instituto de Estudios de la Familia de la Universidad CEU San Pablo en colaboración con FEDER.GEN y la Plataforma Ciudadana por la Igualdad. Estos retrasos generan problemas, en ocasiones de hondo calado. “Muchas veces desde el mismo momento en que se decide la separación uno de los padres no deja al otro ver a los hijos hasta que haya una sentencia judicial”. En este lapso pueden haber transcurrido catorce meses, “en los que no se ha podido desarrollar ningún tipo de vínculo con el otro progenitor”, ha lamentado Aguilar Cuenca.
No menos trascendente es el recurso a demandas infundadas de abuso sexual o maltrato en el curso de un proceso de separación. El ponente ha hecho referencia a estadísticas extraídas de la actividad judicial de las que se deduce la falsedad de más de la mitad de las denuncias de este tipo presentadas en el contexto de una separación de pareja.
Tampoco ha querido dejar de reprobar este psicólogo la falta de consonancia que en ciertos casos se aprecia entre las resoluciones judiciales españolas con los criterios del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. El TEDH “considera que ochos meses sin que el progenitor vea a sus hijos ya es tiempo bastante como para que se genere alienación parental”, pero recientemente el Tribunal Supremo ha decidido dejar la custodia en manos del progenitor que durante seis años había impedido al otro visitar a sus hijos. El Alto Tribunal argumentó que “ya que llevaba seis años con el mismo progenitor, lo mejor es que el menor siguiera con éste ¿Sería concebible que se determinara que un niño permaneciese con su violador? ¿Por qué se tolera que continúe con quien le está inflingiendo un maltrato psicológico”, se ha planteado.
Asimismo, Aguilar Cuenca también deplora que se establezcan medidas cuyas consecuencias perjudiciales están constatadas por la Psicología. Se “dan soluciones erradas sabiendo que la doctrina ya avisa de estos errores”.
Con anterioridad, el psicólogo y pedagogo Bernabé Tierno ha llamado la atención sobre la importancia de estimular la autonomía en la educación de los menores. “Hay que educar a los niños para que éstos sean autónomos cuanto antes”. Es fundamental hacerlo desde edades muy tempranas cuando, por la plasticidad que presenta el cerebro en estas etapas, se forja el modo en que seremos para el resto de la vida. “Cuando veo que alguien tiene poca capacidad para enfrentarse a los problemas, veo a una persona que no se ha entrenado suficiente ante las dificultades de la vida”.
El director del Instituto de Estudios de la Familia de la Universidad CEU San Pablo, Elio Gallego, ha abierto las intervenciones del Congreso con un rechazo de esa lógica “perversa” desde la que se concibe al cónyuge como una “potencial amenaza”.