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Estar presente para quien sufre en momentos de adversidad

17/03/2021
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2021 quizá no está siendo lo que muchos esperaban: borrón y cuenta nueva. Se trata más bien de un punto y seguido. Hay que seguir al pie del cañón. Todos tenemos cerca a amigos y familiares que han sufrido, han visto peligrar su vida y hoy experimentan efectos permanentes. Otros se han quedado sin ingresos, sin recursos y viven la mayor de las incertidumbres. Algunos han perdido a su padre y a su madre, a su hijo o su pareja, sin tan siquiera poder despedirse.

Como mecanismo de protección, quizá, o como resultado de una falta de madurez, muchos hemos mirado hacia otro lado ante este drama y otros anteriores. No nos hemos querido percatar o acercar a lo que verdaderamente ocurría. Con mensajes superficialmente optimistas como “el virus no podrá con nosotros” o “todo irá bien”, o con quejas por tener que quedarnos encerrados en casa, porque nos aburríamos, porque no podíamos irnos de puente. Sin darnos cuenta, hemos despreciado a aquél que desde lo más hondo de su corazón necesitaba llorar en ese momento.

Tendemos a huir del sufrimiento, como si no formara parte de la esencia misma del hombre. La vida, una vez más nos está interrogando. Con esta pandemia nos está retando y a nosotros nos toca responder, aunque tengamos miedo. Y es que escuchar y experimentar ese dolor provocado por la adversidad nos hace reencontrarnos y descubrir el sentido de nuestra existencia en este momento.

¿Tienes a un amigo, familiar o conocido que ahora está sufriendo y que le vendría bien tenerte a su lado? ¿No sabes cómo acercarte a él en estos momentos en los que necesita un hombro sobre el que llorar? La profesora de Psicología y Pedagogía, Abigail Jareño recomienda algunas claves para afrontar estas situaciones:

1- Pon más actitud y menos habilidad. Quizá por inseguridad o miedo a enfrentarte al dolor y querer eliminarlo cuanto antes, buscas el mensaje eficaz, la solución ideal que responder de inmediato, la herramienta que a ti te sirvió en el pasado. Sin embargo, quien sufre no espera la frase perfecta de ti, ni busca tus habilidades. Te necesita a ti, con tu actitud de querer estar ahí, acompañarle con tus propias dificultades y capacidades.

2- Escucha y calla. Céntrate en quien te habla y en lo que necesita contarte. Esta actitud de escucha es incompatible con estar aconsejando. Permanece en silencio, con un silencio activo y cálido, lo que se muestra en tu lenguaje no verbal, tu postura y los sonidos que reflejan comprensión. Si se siente escuchado y, por tanto, comprendido, se empieza a generar en él una transformación y una iniciativa desde su interior, de un clima propicio para una mayor interacción y encuentro.

3- Acéptale. Mírale con aprecio y acéptalo tal y como es. Respeta a su persona, sus actitudes y su comportamiento, aunque no estés de acuerdo. Confía en la capacidad que tiene para desarrollarse y crecer, para decidir libremente y hacerse responsable de sus propias decisiones. Espera, con paciencia, sin querer controlar cómo el otro debe actuar, ni cuándo. De este modo le ayudarás a que incremente su autoaceptación y autoestima.

4- Sé tú mismo. Quítate cualquier máscara o rol. Nota lo que sientes cuando tu familiar o amigo te habla y fíjate que tú también experimentas emociones en ese preciso momento. Comunica si es necesario hacerlo desde ese mundo interior, que nada tiene que ver con los juicios evaluativos, sino que se trata de tu sensación. Aquí tú te muestras vulnerable también y habláis de persona a persona. Este es el punto más importante, pues sin ser auténtico cualquier intento de empatía o aprecio se convertirán en técnicas o habilidades, pero vendrán de ti.

5- En todo ser humano existe una tendencia innata a la superación. Como explica el psicólogo Carl Rogers, hay una potencialidad inherente a crecer, por tanto, sí, se confirma que el ser humano sale de las dificultades. Necesitará, eso sí, unas condiciones adecuadas, estar acompañado y desarrollar un juicio de la situación como experiencia para el crecimiento y no como fuente de debilitamiento. El neurólogo Viktor Frankl enfatiza cómo el ser humano, en su libertad para decidir su actitud, puede lograr sufrir con dignidad y encontrar el sentido en aquella situación dolorosa irreversible.

Las ideas expuestas por la profesora Jareño llevan a una sencilla conclusión: todo consiste en estar presente. Simplemente, tu ayuda consiste en estar ahí para esa persona y su dolor. Crear el encuentro. Lo demás irá llegando porque es el otro, tu amigo, tu familiar o tu compañero y su capacidad en potencia de encontrar sentido y crecer, el encargado de llegar al lugar correspondiente. Pero no te apartes del camino, no mires más para otro lado, acompáñale.

Palabras clave Acompañamiento Sufrimiento Miedo Autoestima Actitud