La propuesta ganadora, realizada por los alumni de Arquitectura Javier Coronado Palomero y Amelia Rodríguez de la Torre Somoza, con René Martínez como colaborador, se ha presentado bajo el lema 'Bizitza Berria, nueva vida para el Beti Jai'. El proyecto propone llevar a cabo la completa rehabilitación de uno de los edificios más emblemáticos y ocultos de Madrid y de dotarlo de un programa versátil para albergar de nuevo el juego de pelota vasca en sus distintas modalidades, así como cualquier otro tipo de uso futuro. 'Bizitza Berria, nueva vida para el Beti Jai' presenta actuaciones sobre accesibilidad, protección y evacuación en caso de incendio, y fomenta el cuidado del medio ambiente a través de la recuperación de aguas pluviales para dar servicio tanto al aljibe de incendios, inodoros, limpieza de espacios o riego, así como la captación de energía solar mediante una nueva cubierta ligera.
Organizado por el Ayuntamienton de Madrid en colaboración con el COAM, la finalidad de este concurso, que se presentó el pasado mes de junio, ha sido obtener la mejor propuesta arquitectónica para este espacio, con el objetivo de hacer compatible la conservación de los valores patrimoniales del edificio con las soluciones técnicas más adecuadas para sus posibles usos tanto deportivos como culturales. Además, los proyectos presentados también debían tener en cuenta criterios como la accesibilidad universal del edificio, la evacuación de aforos, la colocación de instalaciones de climatización y una hipotética necesidad de cubrición de la cancha.
El antiguo frontón Beti Jai se construyó para albergar los encuentros de esta especialidad deportiva de juego de pelota, que llegó a tener gran popularidad en Madrid, donde hubo más de una decena de frontones de parecidas características en la ciudad a finales del siglo XIX y principios del XX.
Proyectado por el arquitecto Joaquín Rucoba en el año 1893 en el distrito de Chamberí, fue inaugurado el 29 de abril de 1894 y tenía capacidad para 4.000 personas en pie. Dejó de funcionar en el año 1919 y desde entonces ha tenido una serie de usos que van desde viviendas a un taller de reparación de coches, estando en desuso desde hace más de treinta años.
Muy deteriorado, fue declarado 'Bien de Interés Cultural' con la categoría de 'Monumento' en el año 2011 y es el único frontón que queda en pie en Madrid.