"La piedad es más fuerte que todas las cosas" Libro de la Sabiduría,10-12.
El 7 de septiembre de 2014, a los 91 años, se apagaba la chispa incombustible de su mirada; esa mirada sincera y grata de la que emanaba sabiduría y sentido común, los ingredientes necesarios para que el conocimiento de un sabio se transmita y se reconozca, sin retóricas ni ambigüedades; directo y sincero, como corresponde a un maestro y no a una deidad. Esa clase de personas a los que siempre se reconoce su saber hacer y su autoridad indudable, todo un deleite para los que tienen la suerte de ser sus discípulos. Encarnaba un arquetipo profesional y humano que le hacía merecedor del tratamiento, con letras mayúsculas, de Profesor y de Maestro. Y de esa chispa irradiaba la luz de sus conocimientos, de su generosidad, de su coherencia, de su amistad, de su lealtad, de su paciencia, de su liderazgo y de su tolerancia.
Además de sus múltiples cargos en la administración y su vida universitaria, acudía sin descanso a congresos, conferencias y reuniones de trabajo: todo un ejemplo de trabajador infatigable. Era habitual que en muchos viajes y reuniones fuese acompañado de su querida mujer, Maite, persona de gran cultura y sabiduría y, por supuesto, clave en su vida y en la de los discípulos del Profesor que hemos estado cerca de él tantos años; pero, también, de su hija Maite, tristemente desaparecida, siendo aún joven.
Para muchos de los que le conocimos hace muchos años, la primera imagen de Pepe Barea, nos recordaba a alguien con aspecto de genio, humilde, afable, sencillo; incluso, a veces, despistado y con un pelo blanco algo descolocado, por lo que rápidamente nos venía a la memoria el famoso Einstein. A él le gustaba mucho esa comparación con el gran físico. Nosotros le regalamos, en su momento, un póster del famoso e innovador científico, a petición del propio Barea.
Cuando se es joven, se valora mucho conocer personas prestigiosas y con reconocimiento; y sorprende, especialmente más, cuando el trato con ellas puede ser cercano y sencillo; y precisamente esa cualidad de humildad caracterizaba al Profesor Barea, que a pesar de su trayectoria y prestigio profesional no tenía la actitud altiva que se aprecia en otros.
Frugal, sencillo y buen predicador con el ejemplo de la austeridad que habitualmente defendía, el profesor Barea sirvió excelentemente a España desde diversos puestos de alta responsabilidad en el Estado. También al mundo académico como catedrático e investigador en sus dos facetas de la Política Presupuestaria y en la de la Economía Social. La vida profesional del Profesor es imposible de resumir; a modo ejemplo digamos que cuando José María Aznar, después de su investidura como Presidente del Gobierno en 1996, llamó al Profesor Barea para ofrecerle el cargo de Director de la Oficina Presupuestaria de la Presidencia del Gobierno, la primera contestación de Don José Barea fue decirle que con setenta y tres años había sobrepasado la edad para desempeñar ese puesto.
Pero la respuesta de Aznar fue inmediata: España no debería dejar pasar el tren de Europa de nuevo. Debíamos entrar en la Unión Monetaria y para ello era necesaria la presencia de Barea por el respeto y credibilidad que representaba una trayectoria impecable al servicio de la Administración Pública.
El Profesor Barea aceptó el desafío de entrar en el euro. Así nos lo cuenta el Profesor: “otra razón que me dio Aznar fue que nos encontrábamos en un momento crucial para España , la entrada en la Unión Monetaria ,en la cual casi nadie confiaba , pero que él estaba dispuesto a hacer lo imposible para alcanzar tal objetivo y por eso me pedía que estuviera a su lado”.
A Barea le convence la argumentación del Presidente y juntos se embarcan en “ una aventura ilusionante”. La actuación coordinada (en Moncloa) del Profesor Barea y del Presidente Aznar consiguió generar lo que podríamos llamar el "Modelo Barea de política económica y presupuestaria".
Este modelo tiene el objetivo prioritario de cumplir los criterios de convergencia y aprobar el examen de Maastricht, como así sucede. Lo que ocurre es que lo hace generando estabilidad, creciendo económicamente y creando empleo. Y ¿cuál era la situación económica real de entonces?. Aznar recoge una herencia macroeconómica compleja: un paro descomunal, una economía en recesión, unos tipos de interés y unas cuentas públicas muy por encima de los criterios de convergencia.
Mediante el Decreto que creaba la Oficina Presupuestaria, el mismo Presidente del Gobierno asume personalmente la elaboración de toda la política presupuestaria asistido por el Director de la Oficina. Nace así un modelo nuevo e innovador en el que el Presidente es directamente responsable del diseño de esa política.
En diciembre de 1995, el déficit del conjunto de las Administraciones Públicas estaba en torno al siete por ciento del PIB, esto requería un esfuerzo de consolidación presupuestaria del orden de cuatro puntos del producto interior bruto en algo menos de dos años; a finales de 1996 dicho déficit se situaba en el 4,6% del PIB y en 1997 en el 2,7%, quedando por debajo del tres por ciento, que era el objetivo comprometido. Y se logró que el tipo de interés de las obligaciones del estado a 10 años (el 11,5% en 1995) y la inflación (el 4,3% en 1995) cumplieran, también, los criterios de convergencia del Tratado de la Unión.
Lo que hizo posible este éxito económico fue la actuación coordinada de las políticas económicas adecuadas y como dice el Profesor Barea “fue el seguimiento permanente y sin laxitud de la ejecución de las mismas, lo que hizo posible la estabilidad y saneamiento de nuestra economía”.
Pepe; siempre fuiste un hombre bueno, con una gran piedad y amor al género humano, querido Profesor, siempre estarás en nuestro recuerdo.
©José Antonio Martínez Álvarez y Ricardo J. Palomo Zurdo.
Directores de la Cátedra Extraordinaria “José Barea” de la Universidad CEU San Pablo y el Instituto de Estudios Fiscales, del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas.